Entre las diversas herramientas con las que cuenta el traductor, considero que las más útiles y, por supuesto, más utilizadas son los diccionarios y glosarios.
Cuando mencionamos la palabra “diccionario”, seguramente se nos viene a la mente esos libros gordos con infinidad de palabras y significados que tuvimos que utilizar, bien o mal, en el colegio. Sin embargo, cuando se estudia la carrera de traducción, el diccionario se convierte en un aliado infaltable durante el proceso traductor.
Existen diversos tipos de diccionarios. El más conocido es el de las lenguas, en el que encontramos breves definiciones de las palabras de una lengua determinada (en el caso del español, el referente siempre es el Diccionario de la Lengua Española). También está el famoso diccionario de uso de María Moliner, que incluye acepciones no necesariamente aceptadas por la Real Academia Española, pero que son utilizadas por un considerable número de personas.
Igualmente, no faltan los diccionarios bilingües; que si bien ayudan mucho al traductor, en ciertas ocasiones pueden generar confusión, sobre todo cuando no incluye el contexto en el que debe ser utilizada la palabra o término. Otro tipo de diccionario, aunque no es muy utilizado, es el de sinónimos y antónimos; el traductor debe saber manejarlo con moderación, pues las palabras que en él aparecen suelen tener significados “similares”, que no son exactamente palabras sinónimas, para el caso de sinónimos; o no ser totalmente “opuestos”, para el caso de antónimos.
Otra de las herramientas del traductor, como ya se ha mencionado anteriormente, es el glosario, cuyo significado, según la RAE, es el siguiente: “Catálogo de palabras de una misma disciplina, de un mismo campo de estudio, etc., definidas o comentadas.” En ese sentido, ¿de qué manera ayuda al traductor una lista de términos de una misma disciplina? La respuesta es muy sencilla. Por lo general, el traductor traduce documentos cuyo contenido se relaciona a un área del saber específica (medicina, informática, ingeniería, etc.); por tanto, si el traductor cuenta con dicha lista de términos y significados, definitivamente su labor será mucho más sencilla y eficiente. Por otro lado, es posible que el traductor elabore su propio glosario a partir de un texto especializado; sin embargo, es muy recomendable consultar al especialista en la materia para asegurarse de que la información que se consigna en dicho glosario sea correcta.
Aportaré mi humilde colaboración agregando un herramienta suplementaria, ya que nuestro trabajo es transmitir sentido ajeno en un castellano correcto: la nueva gramática de la lengua española de la Real Academia Española.
ResponderEliminarY un sitio Web valioso: http://www.elcastellano.org/; una herramienta esencial en caso de duda sobre el uso del castellano.