28 de agosto de 2011

EL TRADUCTOR Y EL MERCADO

 Vivimos en un mundo globalizado, multilingüe y pluricultural en el cual la profesión de traducción e interpretación es muy importante, ya que tiene la finalidad de transmitir lo que las personas desean comunicar. El presente artículo tratará sobre la carrera de Traducción e Interpretación y el Conocimiento del mercado.

La Traducción e Interpretación es una profesión que está en pleno desarrollo en nuestro país. Los que seguimos esta profesión debemos tener en cuenta que, al igual que otras profesiones, nuestra meta es ser los mejores.  Esto significa que los traductores e intérpretes deben conocer el mercado al que se van a insertar, y, en este caso, “conocer” implica tarifas (tanto de traducción como de interpretación), tecnología, los temas más frecuentes a traducir y sus respectivos idiomas.

Para lograr estar totalmente informado en todos estos aspectos antes mencionados, el traductor debe tomar cursos de actualización constantemente, mantenerse al tanto de noticias sobre la traducción (especialmente cualquier artículo publicado por el Colegio de traductores) y debe tomar en cuenta que tipo de trabajos realiza con mayor frecuencia.

Podemos deducir de lo antes mencionado que sería  recomendable que los profesionales en la traducción e interpretación  no deben conformarse con lo aprendido durante sus estudios y deben dar el paso extra para no quedarse rezagados.

LA TRADUCCIÓN Y LA LENGUA DE PARTIDA


La traducción es el medio que utilizamos para eliminar las barreras de lengua, culturas, épocas y sobre todo las de la ignorancia. Este complejo proceso requiere de varias sub competencias que forman parte de la competencia traductora. Una de ellas es el conocimiento de la lengua de partida. Pero ¿Qué es y cuál es su importancia en el proceso traductor?

El conocimiento de la lengua de partida comprende conocimientos gramaticales, sintácticos, léxicos, morfológicos, incluso pragmáticos. Si bien no es la única sub competencia necesaria para la comprensión del texto a traducir, sí es fundamental.

El traductor hace uso de este conocimiento al enfrentarse directamente con su tarea,  este le ayuda a comprender mejor lo que debe traducir, ya que le muestra con claridad la función, el significado de las palabras e incluso le permite interpretar mejor el sentido que si no tuviera todo el léxico necesario; de esta forma comprende la intención del autor.

El buen conocimiento de la lengua de partida le permite al traductor ser más eficaz y natural al traducir. Por ejemplo conocer que en el idioma inglés los sustantivos indican acontecimientos en muchos casos, algo que no ocurre en el español donde estos mismos indican solo estados, ayudará al traductor a comprender y traducir mejor.

Se dice que un traductor debe comprender mejor que un lector ordinario, y aunque este conocimiento de la lengua de partida no es el único necesario para comprender a cabalidad sí debería diferenciarnos de los lectores comunes y estudiantes de idiomas.

EL TRADUCTOR CULTO


Para ser un buen traductor no solo es necesario manejar correcta y eficazmente dos o más lenguas. Según la traductóloga Amparo Hurtado, los conocimientos extralingüísticos son también parte del trabajo de un traductor.

El concepto de cultura, en este caso, no se limita al conocimiento de la cultura de donde proviene la lengua en que está escrita el texto original, sino que también incluye la cultura meta y  la amplia cultura general que debe poseer todo traductor, la cual siempre debe estar actualizando. Utilizar toda esta información a la hora de traducir es fundamental para este profesional; ya que su dominio le puede evitar cometer errores graves.

Cuando no se toma en cuenta este aspecto, se puede cometer errores en la traducción de situaciones que están muy arraigadas a la cultura de partida y que no pueden ni deben traducirse sin los conocimientos necesarios de las costumbres, historia, realidad política y social, etc., propias de esa cultura. El autor del texto original no ha necesitado explicar dichas situaciones puesto que considera que el público al que lo dirige está consciente de las mismas y que entenderá lo mismo que él quiso expresar. Por lo tanto, cuando el traductor se encuentra ante este problema debe recordar sus conocimientos extralingüísticos para poder encontrar una equivalencia propia de la cultura de llegada sin cambiar el sentido del texto.

Por otro lado, el cine y la televisión también son campos en los que se puede desempeñar un traductor. Sin embargo, algunas veces se pierde la esencia de la información que estos medios nos comunican y no llegan a causar el mismo efecto en el público que recibe la información traducida debido a que, en ocasiones, las alusiones culturales del país de origen que se presentan son traducidas literalmente o sin tomar en cuenta que el contexto social de la cultura meta es totalmente diferente.

En conclusión, la importancia de poseer conocimientos extralingüísticos que permitan encontrar equivalencias adecuadas y propias de cada cultura es determinante para realizar traducciones de calidad que sean fieles al sentido del original. Entonces lo recomendable sería estar al tanto de la información que rodea a la creación de un texto y la que rodeará a la traducción.

¡DOMINEMOS NUESTRO IDIOMA!

Sin lugar a dudas, lograr una buena traducción dependerá, entre otros aspectos, de qué tan bien conozcamos y dominemos nuestro propio idioma, tarea nada fácil tomando en cuenta lo fascinantemente complejo que es el español.

Las reglas ortográficas, ya de por sí, son un lindo dolor de cabeza: “¿tal palabra lleva tilde?”, “¿tal palabra se escribe con c, s o z?”, “¿está bien si pongo una coma aquí?”, “¡¿para qué sirve el punto y coma?!”. También nos darán un dolor de cabeza las ramas de la gramática, como por ejemplo la morfología con sus categorías gramaticales (el verbo es la peor de todas); o la sintaxis, nos enseña muy bien qué son y cómo se componen el sujeto y el predicado (¿quién podrá olvidar los análisis morfo-sintácticos de Lengua II?).

Sin embargo, aunque conozcamos la teoría a la perfección, no es suficiente; es necesario ponerla en práctica. No solo debemos reexpresar correctamente el mensaje transmitido por el autor, sino también hacerlo de tal manera que suene natural en la lengua de llegada; para ello es indispensable contar con un amplio léxico y evitar los errores que comúnmente se cometen debido al uso general, como, por ejemplo, los ya famosos vicios de dicción.

Otro elemento no menos importante es la variación lingüística propia de cada lengua. Recordemos que un tarapotino no se expresa igual que un ancashino; un ejecutivo de una corporación, que un técnico electricista; un señor de 60 años, que un adolescente de 18. Debemos tomar en cuenta todas estas diferencias al momento de traducir, y utilizar el lenguaje apropiado para cada caso.

Es muy probable que si no dominamos nuestro propio idioma,  aun siendo expertos en la lengua origen, el producto final, la traducción, no será de buena calidad.